Imagínense la siguiente
escena.
Un niño pequeño está sentado, embelesado, en el regazo de un adulto querido, escuchando palabras que se mueven como el agua, palabras que hablan de
hadas, dragones y gigantes de lugares lejanos e imaginativos.
El cerebro del niño pequeño se prepara para leer bastante antes de lo que uno jamás sospecharía.
Y todo empieza en la comodidad del regazo de un ser querido.
El aprendizaje de la lectura y la escritura comienza, pues, de modo espontáneo, desde el mismo momento en que un niño ve a otras personas leer y escribir.
No te pierdas esta fascinante presentación.
Me encantan estos consejos. Hay que ponerlos en práctica. Nunca es tarde y nuestros hijos nos lo agradecerán.
ResponderEliminarGracias D. Tildón.
ResponderEliminar